Prácticas laborales en modo Covid-19
María Isabel Vial
Pdta. Ejecutiva, Fundación Carlos Vial Espantoso
En el año 2003 una empresa chilena decidió pensar “fuera de la caja”. En un contexto complejo (entre la crisis asiática y luego la sub-prime), desplegó toda su creatividad para mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores. En pleno diálogo de negociación colectiva entre dirigentes sindicales y ejecutivos, y ante la imposibilidad de mejorar en ese momento las remuneraciones y bonos, surgió la idea de entregar computadores a los trabajadores en ventajosas condiciones, acceso a internet y cursos de alfabetización digital. Al principio, la iniciativa levantó poco entusiasmo. Pero marcó un punto de inflexión para el crecimiento de la empresa y de los propios trabajadores, quienes fueron pioneros a nivel nacional en el entonces desconocido “teletrabajo”.
Han pasado 17 años desde esa idea, y hoy ya nadie cuestiona el trabajo a distancia ni la necesidad de contar con equipamiento y conectividad que facilite la flexibilidad laboral. Incluso ya tenemos una Ley de Teletrabajo, que aplicará con fuerza fundamentalmente en la post pandemia.
Son prácticas como esta las que van articulando el futuro del mundo laboral. Ideas disruptivas que terminan generando un impacto profundo y a largo plazo, no sólo mejorando las condiciones de los trabajadores y los resultados de la empresa, sino también modificando los códigos y las formas de trabajo en una organización (y la sociedad) desde la colaboración.
Claro, porque la innovación de mayor impacto no es el resultado de la genialidad de un “alguien”, sino producto del trabajo colaborativo. Cada gran idea o práctica laboral de excelencia que hemos estudiado en los 20 años de la Fundación Carlos Vial Espantoso, siempre ha sido resultado del diálogo entre trabajadores, dirigentes y ejecutivos de las empresas.
Estos procesos de creatividad que logran transformar el mundo del trabajo se dan sintomáticamente en tiempos de crisis. Justo ahí cuando los escenarios de alta complejidad nublan la mente de muchos y genera el «burnout» intelectual de los líderes de la organización, hay quienes ven la oportunidad de innovar y evitar que la preocupación inmediata por la supervivencia supere a la capacidad de pensar en forma disruptiva e inventar una salida para la empresa, protegiendo a sus trabajadores y -en simultáneo- reinventando las formas necesarias para dar continuidad operacional.
La crisis actual ha motivado la aplicación de una infinidad de nuevas y buenas prácticas laborales. Son precisamente esas acciones las que destacará la versión 2020 del Premio Carlos Vial Espantoso, cuyo proceso de postulación está en plena vigencia. Pero más allá de las iniciativas concretas, lo que nos mueve es rescatar aquellas acciones que hablan de una nueva manera de “pensar la empresa”, convirtiendo esta crisis en una comunidad de aprendizaje que reducirá los riesgos cuando persista esta o venga otra. Una idea es solo un chispazo de creatividad, si no sirve para alimentar la indispensable capacidad adaptativa de las organizaciones, poniendo siempre al trabajador en el centro del modelo de negocios.
Pensar en prácticas laborales de excelencia en “modo Covid” es contar con la mejor caja de herramientas tanto para el presente como para el futuro de una empresa. Serán las iniciativas que se implementen hoy las que marcarán a las organizaciones y las harán sustentables. Para superar esta crisis se necesita mucha más que una vacuna. Se requiere un comportamiento ejemplar reflejado en el desarrollo la personas, en la empatía y la resiliencia, en la aceptación del otro, en la riqueza de la diversificación, en la horizontalidad y en la tolerancia de lo incómodo. En fin, todo se reduce a dos conceptos: diálogo y confianza. Sólo con ambos surgen las mejores ideas, y sólo con ambos pueden ser incorporadas de manera positivamente transformadora.
Vía El Mercurio
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